Bitcoin en El Salvador: ¿Éxito o Fracaso?

El sol caía sobre San Salvador mientras caminaba por el Mercado Central. Entre puestos coloridos y el bullicio característico, me detuve a hablar con María, una vendedora de frutas de 53 años. «Al principio no entendía nada de esto del Bitcoin», me confesó mientras acomodaba unos mangos. «Pero ahora tengo clientes que pagan así y me sirve bastante».

Han pasado casi cuatro años desde que El Salvador se convirtió en el primer país del mundo en adoptar Bitcoin como moneda de curso legal. La decisión, impulsada por el presidente Nayib Bukele en junio de 2021, generó tanto elogios como críticas a nivel mundial. Hoy, mientras el polvo se asienta, podemos intentar responder: ¿ha sido un éxito o un fracaso?

Los primeros pasos fueron complicados

Nadie puede negar que el inicio fue difícil. La implementación apresurada generó confusión entre la población, especialmente entre los adultos mayores y quienes viven en zonas rurales con acceso limitado a internet.

«El primer mes fue un desastre», me cuenta Roberto, dueño de una tienda de electrodomésticos en Santa Tecla. «La aplicación Chivo Wallet se caía constantemente y muchos clientes volvían al dólar por frustración».

Los problemas técnicos, sumados a la volatilidad inherente de la criptomoneda y la escasa educación financiera, crearon una tormenta perfecta que amenazaba con hundir el experimento salvadoreño.

Adaptación gradual

Sin embargo, con el tiempo, la situación comenzó a cambiar. El gobierno mejoró la infraestructura digital, simplificó la aplicación oficial y lanzó campañas educativas más efectivas.

Durante mi visita a La Libertad, conocí a Carlos, un pescador que ahora recibe pagos en Bitcoin de turistas extranjeros. «Antes dependía solo de los compradores locales», explica mientras repara sus redes. «Ahora vendo directamente a visitantes y evito intermediarios. Gano más».

Este tipo de historias se repiten en diferentes sectores. Pequeños comerciantes que acceden a nuevos mercados, familias que reciben remesas sin comisiones abusivas, y jóvenes emprendedores que encuentran oportunidades en esta nueva economía digital.

El turismo Bitcoin

Un efecto inesperado ha sido el surgimiento del «turismo Bitcoin». Miles de entusiastas de criptomonedas, inversores y curiosos han visitado El Salvador para experimentar de primera mano cómo funciona una economía que acepta Bitcoin.

«Ha cambiado completamente nuestro negocio», me comenta Gabriela, propietaria de un hostal en El Tunco, una playa popular entre surfistas. «Ahora recibimos huéspedes todo el año, muchos vienen específicamente por el tema Bitcoin y trabajan remotamente desde aquí».

Este nuevo flujo turístico ha impulsado la economía local, generando empleos y oportunidades para comunidades anteriormente marginadas del turismo tradicional.

Problemas persistentes

Sería ingenuo presentar solo el lado positivo. Durante mi mes en El Salvador, también encontré numerosos desafíos pendientes.

En el pueblo de Perquín, conversé con don Julio, un agricultor de 67 años. «Yo sigo usando dólares», me dice sin rodeos. «Mi hijo me explicó eso del Bitcoin varias veces, pero a mi edad prefiero lo que conozco».

La brecha digital sigue siendo un obstáculo importante. Aproximadamente un tercio de los salvadoreños aún no tiene acceso regular a internet, y muchos otros carecen de conocimientos tecnológicos básicos para utilizar monedas digitales con confianza.

También persisten preocupaciones sobre la transparencia en la gestión gubernamental de las inversiones en Bitcoin y el impacto fiscal de estas operaciones.

El valor de la experimentación

«Somos un laboratorio vivo», me explicó Ana, profesora de economía en la Universidad de El Salvador. «Independientemente del resultado final, el mundo está aprendiendo de nuestra experiencia».

Esta observación refleja quizás la mayor contribución de El Salvador: atreverse a experimentar. En un mundo donde las economías emergentes suelen ser seguidoras en innovación financiera, este pequeño país centroamericano ha demostrado audacia al explorar nuevos caminos.

Balance provisional

¿Éxito o fracaso? La respuesta, como suele ocurrir con las transformaciones profundas, no es blanco o negro.

Las estadísticas muestran resultados mixtos. Por un lado, las remesas procesadas mediante Bitcoin han reducido costos para miles de familias. El turismo ha crecido significativamente y nuevas empresas tecnológicas se han establecido en el país.

Por otro lado, la adopción masiva entre la población general sigue siendo limitada. Muchos salvadoreños utilizan Bitcoin ocasionalmente, pero el dólar estadounidense continúa siendo predominante en las transacciones cotidianas.

Como me dijo Manuel, taxista en San Salvador: «Bitcoin no nos ha hecho ricos de la noche a la mañana como algunos prometieron, pero tampoco ha sido el desastre que otros predijeron. Es una herramienta más, y quienes aprendemos a usarla le sacamos provecho».

Quizás sea esa perspectiva pragmática la que mejor defina la experiencia salvadoreña: ni utopía cripto ni catástrofe económica, sino un proceso de adaptación gradual a una tecnología que, para bien o para mal, está redefiniendo conceptos fundamentales sobre el dinero en el siglo XXI.

Y mientras el debate continúa, los salvadoreños siguen haciendo lo que mejor saben: adaptarse, innovar y mirar hacia adelante con esperanza. Ese espíritu, más que cualquier tecnología, podría ser su verdadero activo nacional.

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