Steve Jobs: El genio imperfecto que cambió el mundo de la tecnología

No sé tú, pero si hay un nombre que resuena cada vez que pienso en innovación tecnológica, ese es Steve Jobs. A veces hasta me pregunto cómo sería el mundo hoy si él no hubiera existido. Sí, es cierto, hay quienes lo critican, quienes dicen que no inventó nada de cero, pero vamos… ¿Acaso la genialidad no está también en saber mezclar, reciclar y mejorar ideas?

Steve Jobs para mí no es solo el tipo de la camiseta negra de cuello alto y los vaqueros. Es una especie de icono pop-tech, alguien que logró que los móviles fueran bonitos, que las computadoras fueran sexys y que la gente hiciera colas eternas por un gadget. Y, francamente, mucho del diseño que tenemos hoy en nuestros dispositivos (hasta los auriculares esos con forma extraña) se lo debemos, en gran parte, a su obsesión casi enfermiza por el detalle.

El origen de una leyenda: un garaje y mucho atrevimiento

Seguro que ya conoces la historia típica: dos chavales en un garaje, muchas piezas electrónicas y pocos recursos. Pero es que, de verdad, yo a veces me paro a pensar y digo, ¿qué impulso tendría este chico en la cabeza para imaginarse que podía competir con IBM o Microsoft desde un garaje? ¡Una locura total! Steve Jobs, junto con Steve Wozniak, fundó Apple en 1976, y desde ahí su obsesión era hacer que las computadoras no fueran un dolor de cabeza para la gente normal.

Claro, al principio se equivocaron, el primer Apple no fue precisamente el éxito del siglo, pero ahí estaba Jobs, erre que erre, perfeccionando y vendiendo su visión.

El Mac y el inicio de la revolución

A lo largo de los años 80, Apple sacó el Macintosh, que yo todavía recuerdo haber visto en una película antigua, con ese logo de la manzanita de colores. No era el más potente ni el más barato, pero tenía algo mágico. Jobs quería que la gente sintiera una conexión con la máquina, y vaya si lo logró. El lanzamiento del Mac en 1984 fue como un abrir de ojos para toda la industria.

Eso sí, no todo en la vida de Steve Jobs fue color de rosa. Lo echaron de su propia compañía en 1985, una jugada que ni en las telenovelas, ¡madre mía! Pero bueno, lejos de quedarse en casa viendo la TV, el tío fundó NeXT y compró Pixar. ¿Pixar? Sí, ese estudio que después nos trajo Toy Story y cambió también la animación. O sea, el señor Jobs tenía el toque de Midas, aunque a veces también metía la pata.

El regreso triunfal y el nacimiento del iPhone

La historia daría un giro brutal cuando Apple lo llama de vuelta a finales de los 90. La empresa estaba prácticamente al borde del colapso. Jobs llega, pone orden, se carga algunos productos que no iban a ninguna parte (adiós Newton, no te olvidamos) y empieza el diseño del iMac, aquel ordenador de colores traslúcidos. Y a partir de ahí, ¡boom!, el iPod en 2001, que me atrevo a decir que cambió la música para siempre.

Pero el hito, el momento cumbre, fue en 2007 con el lanzamiento del iPhone. Todavía recuerdo mirar ese evento en directo, Jobs mostrando el teléfono y diciendo que era “un iPod, un teléfono y un comunicador de internet”. Yo pensé: este tipo está loco… ¡Pero tenía razón! Desde ahí, la manera en que usamos el móvil cambió radicalmente. Y, bueno, ya ves, ahora todo el mundo tiene uno con pantalla táctil y apenas hablamos por llamadas.

Sus luces y sus sombras

No soy el primero ni el último en decirlo: Steve Jobs era genio y tirano a partes iguales. Se cuentan historias de gritos en los pasillos de Apple, de humillaciones, de su obsesión por el control. Quizás por eso los productos eran tan buenos, no lo sé. Yo trabajé un tiempo en una startup donde intentaban copiar su método de gestión… y, sinceramente, terminábamos agotados. El perfeccionismo tiene un precio, eso está claro.

Y hablando de precios, muchos critican a Apple por lo caros que son sus productos. Pero, ¿no es verdad que pagamos no sólo por la tecnología sino también por el diseño y la experiencia que supo imprimir Jobs? Ahí te dejo la duda.

El legado en la actualidad tecnológica

Hoy en día, aunque Steve Jobs ya no esté, su huella sigue presente. Muchos CEO del sector intentan imitar su estilo, su forma de presentar productos (todas las keynotes parecen clases de Steve ahora). Lo cierto es que, a pesar de algunas metidas de pata (¿te acuerdas del iPhone 4 y el lío con la antena?), los productos de Apple siguen marcando tendencia. Y el enfoque en la sencillez, la experiencia de usuario y la integración entre dispositivos… eso, sinceramente, es Jobs en estado puro.

Si te interesa profundizar en la vida y la obra de este personaje tan complejo, te recomiendo leer la biografía de Walter Isaacson, que, aunque tiene sus partes densas, da una visión bastante realista de quién fue Steve Jobs: Steve Jobs en Britannica.

¿Y ahora qué? Reflexiones personales

Me pregunto a veces, si Steve Jobs siguiera vivo, ¿dónde estaríamos? ¿Tendríamos coches Apple? ¿Robots en casa? Lo cierto es que su manera de pensar empujó a todos a no conformarse con lo que había. Y creo que eso es, al final, lo más inspirador de Steve Jobs. Que más allá de los productos y el marketing, nos enseñó (a veces a las malas, eso sí) que pensar diferente puede cambiarlo todo.

Así que la próxima vez que uses tu iPhone, iPad o cualquier gadget, recuerda que, en el fondo, hay un poco del espíritu rebelde y perfeccionista de Steve Jobs ahí dentro… para bien o para mal.

Ingeniero en informática, graduado del Universitat Politècnica de Catalunya y máster por la Universidad de Buenos Aires. Fundó su empresa tecnológica en 2006. Apasionado por la innovación y el desarrollo digital.

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